
Un sábado siempre ha sido, al menos, sociable para mí. Pero cuando ves que se acumulan los sábados en tu cama, viendo cualquier estúpido programa televisivo o cualquier película, sola, sin nadie con quien poder compartir las escenas de risa o las escenas de dolor... acabas por apagar la TV y encender el ordenador. Y ves en cualquier fotolog alguna imagen mucho mejor que la tuya, alguna foto que alguien se hizo en el puerto de tu cuidad, o una excursión en grupo de amigos a la montaña. Y te dan ganas de tirarte a ese agua plateada, volver a ese puerto que tú tantas veces has pisado y que ahora necesitas apreciar, pero ya son las siete de la tarde y, en pleno mes de marzo, el sol ya está escondiéndose para dar paso a la oscuridad iluminada por las farolas de las asquerosas calles de tu barrio, contaminadas tanto como de objetos que favorecen el cambio climático, que como de seres que favorecen que la sociedad día a día empeore.
Y piensas en que, como tienes tantas ganas de volver a vivir buenos momentos con tus amigos, podrías unir a unos cuantos para salir un fin de semana antes de que acabe el dichoso bachillerato que ellos están a punto de acabar y que tú dejaste a mitad de camino por ser más cobarde que nunca. Pero tienes la certeza de que por mucho que quieras unir, hay cosas que no se mezclan. Y ahí empiezas a entender cuándo se cumple la teoría de las mezclas heterogenias.
Así que, decides apagar el ordenador, volver a la cama y ver alguna peli que has visto tropecientas veces: Amelie. Y de vez en cuando miras de reojo el móvil por si algún mensaje o llamada estelar lo hace sonar.
Y piensas en que, como tienes tantas ganas de volver a vivir buenos momentos con tus amigos, podrías unir a unos cuantos para salir un fin de semana antes de que acabe el dichoso bachillerato que ellos están a punto de acabar y que tú dejaste a mitad de camino por ser más cobarde que nunca. Pero tienes la certeza de que por mucho que quieras unir, hay cosas que no se mezclan. Y ahí empiezas a entender cuándo se cumple la teoría de las mezclas heterogenias.
Así que, decides apagar el ordenador, volver a la cama y ver alguna peli que has visto tropecientas veces: Amelie. Y de vez en cuando miras de reojo el móvil por si algún mensaje o llamada estelar lo hace sonar.
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