“Acuérdate de mí, ¿vale? Existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés; no te olvides nunca”

viernes, 23 de noviembre de 2007

Nuestras memorias

Verás, no quería irme sin haber escrito estas palabras, pero tampoco quería despedirme de ti puesto que nunca me han gustado las despedidas. Además, esto no es un adiós; es un hasta luego.

Mmmm... no sé. Quizás hubieras esperado más de mí, pero yo hace mucho tiempo aprendí que no debes esperar ciertas cosas de nadie, pueden lastimarte.
Y no creas que me está siendo fácil derramar estas líneas mientras mis nervios me consumen por dentro, sabiendo que una nueva vida me espera de aquí a dos horas, cogiendo el vuelo en la Terminal A de Barcelona.
Podría decirte muchísimas cosas, incluso podría llenar cincuenta páginas como esta contando nuestras historias y memorias, pero tiempo es lo que menos me sobra en estos momentos.

¿Te acuerdas cuando te cogía en brazos y tú no dejabas de reírte a pura carcajada? ¿Recuerdas cuando me disfracé de Papa Noel solamente para hacerte reír porque aquella noche no se habían acordado de darte tus regalos de Navidad? ¿Y cuando te leía cuentos, o cuando te enseñaba a bailar, o cuando era tu profesora de inglés y tú mi alumna? Eran momentos imprescindibles en nuestras vidas, INOLVIDABLES.

También recuerdo el día en que te enseñé el significado de la palabra LUCHAR, tú sonreíste y me dijiste “Entonces si lucho por volar, ¿podré conseguirlo?”, yo contesté “Quizás no de la manera que tú quisieras, pero si luchas y lo deseas con todas tus fuerzas podrás hacerlo. Mira arriba, ¿ves ese avión? Siempre alguno de ellos estará dispuesto a darte cobijo y libertad, pero primero lucha durante todos estos años”.
Está claro que tu ilusión brillaba en tus ojos siguiendo el rastro de aquel avión, a pesar de tu ignorancia sabías que cuando cumplieras los dieciocho serías la persona más feliz del mundo, porque tu deseo se cumpliría.

Y ahora, soy yo a la que le quedan menos de dos horas para cumplir su deseo. Quizás no soy la persona más feliz del mundo, quizás no puedo esperar que todo me vaya especialmente bien, pero algo me dice que llegó mi hora. Mi libertad me pide a gritos que vuele muy alto y aterrice con una sonrisa, en otro lugar, en otra tierra, en otro sol, otra luna...

Posiblemente no pueda volver a contemplar un atardecer contigo, ni contar las mariposas que posan sobre nosotras como en aquellos días de acampada, ni saltar juntas en los charcos...

Tal vez, hubiera podido darte más, haber sido mejor hermana, más cálida y paciente. Tal vez podría haberte dicho “Te quiero” todos los días. Tal vez podría haberte dado todas las noches el beso antes de dormir. Tal vez podría haber compartido más tiempo contigo. Pero espero que me perdones por todos mis errores y que jamás olvides lo que un día me dijiste, “Te quiero mucho Sandra, más que a nadie”, porque yo siento lo mismo aunque haya sido tan cobarde de no decírtelo.

Simplemente confía en ti, en tu voluntad de poder luchar, en tus sueños e ilusiones. Estoy segura que podrás sobrevivir a todo lo que yo viví y más, tú tienes ese carisma del que yo carecía. Nunca te rindas, ya sólo te quedan ocho años para poder volar.

Te adoro. Mamá cuidará muy bien de ti, ya verás. Si necesitas cualquier cosa tan sólo tienes que llamarme y, cuando quieras llorar, volveré para que empapes mi hombro.

Te echaré de menos.


Hasta siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sobran las palabras...,me quedo con los sentimientos.

Besitos