“Acuérdate de mí, ¿vale? Existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés; no te olvides nunca”

sábado, 19 de enero de 2008

Toco fondo. Tan fondo que me jodo las rodillas y mi desgarro sangra los dedos de mis manos. Pero esta vez no, NO voy a permanecer más tiempo aquí dentro. Voy a salir, sea como sea.
Llevaba tantos meses inmóvil que hasta me había olvidado de cómo se camina. Basta. Ahora si, SE ACABÓ. Se acabaron las absurdas lágrimas cargadas de culpabilidad y arrepentimiento. Se acabaron las mañanas sin levantarme de la cama lamentándome de estar estudiando algo que ni tan sólo me satisface como persona, pues es lo que elegí y lo que me toca hacer para alcanzar mis sueños. Se acabaron los gritos de dolor y rabia hacia quien no lo merece. Se acabó el gritar por no llorar.
Ahora voy a gritar por libertad, por felicidad y por VIDA. Si, por sentirme viva. Por sentirme afortunada de tener la vida que tengo; porque a veces, y sólo a veces, pienso que tampoco estoy tan mal.

Se acabó. ¿Entiendes? Ni una lágrima. Ni una jodida lágrima más voy a dedicarte.

Por empezar incluso he empezado por deshojar cada mañana el calendario, abrir la ventana y dejar que la luz entre en mi habitación, mi trocito de vida. Me he deshecho del reloj y he guardado el tiempo en una caja con una etiqueta escrita en la que dice “NO TOCAR”. He extraído del baúl los buenos recuerdos y he guardado los malos para visitarlos de vez en cuando, y aprender de los errores que cometí antaño. He buscado entre las sábanas la fuerza que perdí en mi última derrota y la he cargado en mi corazón para que se vuelva un poquito más fuerte que ayer y menos que mañana. He pintado un sol en el cielo gris y he deseado con todas mis fuerzas que la lluvia moje mi cuerpo para poder sentir esa sensación de extrema felicidad que me prestan esas diminutas gotitas. He puesto melodía a mi vida, canciones que me llevan a donde quiero estar.

He paseado por la arena y he posado mi cuerpo sobre el puente que vive encima del mar, en una noche de cuarto creciente y estrellas que Barcelona por fin ha dejado brillar. He visto volar los aviones que jamás en mi vida tuve tiempo a contar.

Mi cuerpo se ha estremecido y la luna me ha enviado un mensaje mientras alguien me abrazaba y me cantaba al corazón. Hoy ha sido mi día. Hoy me han dado una señal.

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