“Acuérdate de mí, ¿vale? Existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés; no te olvides nunca”

lunes, 14 de enero de 2008

Ojos negros II

De pronto, vio su vida en diez segundos. Vio como las diapositivas de lo que había vivido con él paseaban tan deprisa por su cabeza que le era imposible atrapar una de ellas con la mano y guardársela en el bolsillo del pantalón.Ahora si, apretó fuerte los puños para calmar los nervios que le estaban matando, porque ahí estaba él. Le parecía tan imposible de alcanzar, tan utópico, que se quedó paralizada y no avanzó ni un paso. Permaneció cinco minutos mirándolo. Le brillaban sus ojos con la intensidad más fuerte que jamás nadie podía imaginar. Observaba cada detalle, más mínimo, de él. A penas había cambiado, por eso pudo reconocerle. Aunque estaba segura que por muchas diferencias que hubiera sufrido jamás podría confundir la expresión de su rostro al estar frente a algo que le hacía sentir vivo. En aquel caso, frente al río Hudson.Él sentía la presencia de Abril muy cerca. Sabía que se encontraba a cinco metros de distancia, quizás. Así que giró la mirada, y ahí la vio.
No supo reaccionar, no supo qué hacer; si echar a correr o avanzar unos pasos más y apuntar con la mirada hasta que ya no le quedaran balas por descargar. Notaba como la rabia poco a poco inundaba sus ojos. Quería odiarla, pero no se atrevía, pues sabía que sería prestarle demasiada importancia a alguien que nunca cerró las heridas que creó de antaño.
Ella se acercó.
- ¿Me recuerdas?
- Eh... si, supongo – respondió atónito.
- ¿Supones? – y se acercó aún más, colocando su cara a dos centímetros de Damián, jugando con sus ojos para hacerle recordar el color de éstos.
- Ojos negros
- ¡Si! – dijo ella con una sonrisa picarona.
Notó como el rostro de Damián iba cambiando poco a poco, dejando ver una parte de nostalgia y otra de resentimiento. Conversaron de todos los propósitos que habían conseguido durante todos los años que no habían sabido uno del otro. Hablaron de los sueños que juntos prometieron cumplir y jamás lo hicieron, de las ilusiones que todavía permanecían en sus corazones y... de la vida. De sus vidas. Damián estaba casado y Abril todavía continuaba enamorada de las calles de las ciudades a las que había prometido volver y de las que le quedaban por conocer; y lo más importante, su vida como escritora cada vez crecía más. - Ya veo que has publicado dos novelas - Si, jamás pensé que mi vida iba a cambiar tanto. - Pues ya ves... Todo se transforma. - Como tú y yo, ¿no? Él se quedó mudo, casi sin respiración. Hizo volar su mirada al cielo y agarró fuerte su mano al cemento del pequeño muro que separaba su vida del agua que tenía bajo sus pies, bajo el puente. - ¿Por qué me haces esto? – dijo sin poder mirarle a los ojos. - ¿El qué? ¿Quererte? - No, tú no me quieres. Si lo hubieras hecho no hubieras huido un día sin ni siquiera despedirte, sin una nota sobre la mesa, sin darme una explicación. - Quizás no era la mejor idea eso de la notita... – Abril volvió a apretar fuerte sus manos, esta vez para calmar la impotencia de saber que jamás supo dejar a un lado su cobardía - Quizás no tendría que haber huido pero yo... - Te odio – dijo él dejando caer una lágrima que sabía que rebotaría entre las paredes del olvido.- ¿De verdad me odias?- Si, mucho
- Eso es porque te importo – dijo satisfecha.
- ¡No! Esta vez no
- ¿Entonces te soy indiferente?
- Si. Bueno... quizás no...
- Me quieres.
- ¡Cállate! No te quiero, no te odio, no me importas. Ni tampoco volveré a creerte otra vez, NI UNA VEZ MÁS. Soy feliz, joder, no vuelvas a romper mis esquemas.
- Me quieres – repitió.
- Déjame, vete de aquí
- Está bien, ADIÓS...

Abril retrocedió camino agachando la mirada. Contando cada paso que gritaba en silencio hasta que volvió a escuchar su nombre.

- ¡Espera!
- ¿Y por qué debería hacerlo ahora? No tienes derecho a obligarme que me marche y después pedirme que te espere. ¿Qué quieres, Damián? ¡Dímelo y me voy! ¡Dímelo!

Y Damián unió su boca a la de Abril, fundiendo todas las lágrimas que había sangrado tantos años entre el acentuado latido de sus corazones y el calor que desprendía aquel beso.

No hay comentarios: